Orar es dirigirse a la Divinidad

Es dialogar con quien te ama y desea lo mejor para tí. La oración viene a ser la forma de ese diálogo.

Existen oraciones con formas o fórmulas mágicas pre establecidas y otras de forma libre, que brotan espontáneas del corazón y del pensamiento. Lo bueno es que ambas formas adquieren validez por el ánimo sincero del rogante.

EL PADRE NUESTRO

Padre Nuestro que estás en los Cielos.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nos tu Reino.

Hágase Señor tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

No nos dejes caer en tentación, mas líbranos de todo mal. Amén.


Nota: Esta oración fue legada por Nuestro Señor el Cristo y contiene siete peticiones sagradas para que los devotos del sendero pidan como gracia al Altísimo.

Los cristianos tenemos que hacer la voluntad del Padre, así en la tierra como en el Cielo, pero generalmente los hombres llaman e invocan a Padre para que Él haga la voluntad de ellos, o sea al contrario.


El Padre Nuestro en Mateo - Cap. 6

Mt 6:5 Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Mt 6:6 Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará.
Mt 6:7 Y al orar, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería.
Mt 6:8 Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis.
Mt 6:9-13 Vosotros, pues, orad así:

Padre Nuestro que estás en los cielos:

Santificado sea tu nombre, Venga tu reino,

Hágase tu voluntad, así en el cielo y en la tierra.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Y perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Y no nos metas en tentación,

Mas líbranos del mal.

Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos.

Amén.

Esta última parte se adiciona en algunas publicaciones de la Biblia, de la traducción Reyna-Valera, como la presente, costumbre que se remonta a los albores del cristianismo y supervivió en la edad media, incluso se empleaban las palabras hebreas correspondientes al árbol de los sefirotes —con sincretismo judeo-cristiano— y así llaman al reino malkut , al poder chesed y a la gloria gebura.

Decíase así: Tibi sunt Malkut, Chesed et Gebura per aeonas. Amén.

En realidad, la oración ha sufrido cambios a lo largo de los siglos y de ordinario se mezclan las versiones de los exaltados evangelistas Mateo y Lucas, pero es un hecho que el original de la Vulgata —traducción de san Jerónimo de la Biblia, del griego y hebreo al latín vulgar, de donde le viene su nombre— donde consta este pasaje de San Mateo, dice claramente: El pan nuestro supersubstancial, dánoslo hoy.

A continuación exponemos varias versiones de esta sagrada oración, sólo para efectos de ilustración, porque entendemos que lo mejor es orar con devoción, con el corazón, cualquiera que sea la versión que uno adopte.

La versión de arriba procura ser lo más literal posible de su traducción del latín, optándose por incluir las palabras de San Lucas El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Padre Nuestro en Latín

→ VULGATA:

Evangelium secundum Mathaeus (6:9-15)

Pater noster qui in caelis es

sanctificetur nomen tuum

veniat regnum tuum

fiat voluntas tua sicut in caelo et in terra

panem nostrum supersubstantialem da nobis hodie

et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimisimus debitoribus nostris

et ne inducas nos in temptationem

sed libera nos a malo.

Amen.

→ CATÓLICO:

(tomado de obra devocional del s. XVIII)

Pater noster, qui es in caelis:

sanctificetur nomen tuum:

adveniat regnum tuum:

fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.

Panem nostrum quotidianum da nobis hodie:

et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimisimus debitoribus nostris.

Et ne inducas nos in temptationem:

sed libera nos a malo.

Amen.

→ VULGATA:

Evangelium Secundum Lucas (11:2-4)

Pater sanctificetur nomen tuum

adveniat regnum tuum

panem nostrum cotidianum da nobis cotidie

et dimitte nobis peccata nostra siquidem et ipsi dimittimus omni debenti nobis

et ne nos inducas in temptationem.

LA SALVE

Dios te salve María,

llena eres de gracia,

el Señor es contigo,

bendita tú entre las mujeres,

y bendito el fruto de tu vientre Jesús.

Sanra María, Madre de Dios,

ruega por nosotros los pecadores;

ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.


ORACIÓN PAULINA DE LA AUTO-CORRECCIÓN

— Para normalizar la mente —

Bendito sea el Padre, bendito sea el Hijo y bendito sea el Espíritu Santo. Bendita sea nuestra Madre Divina y benditos sean los Maestros cristificados...

Ante Dios y ante los hombres reconozco que soy humano y cometo errores...

Y confiando en el cariño de mi Madre Divina, le pido su profundo perdón por todos mis errores y mis faltas.

Y también me perdono sinceramente como su hijo imperfecto que soy, y así me libero del orgullo de creerme superior y no perdonar los errores, ni en mí mismo ni en los demás.

Y perdonando y olvidando mis errores del pasado, miro hacia adelante y sigo su Maternal Camino de corrección, de rectitud espiritual...

El sagrado camino de en medio, recto por el centro, sin desviarme ni a izquierda ni a derecha, como dijo el sabio Salomón... Para que su Hijo el Cristo, sea encarnado en mi corazón.

¡Por piedad, Madre amorosa, rogamos que tu Hijo el Cristo sea formado en nosotros!

Evito el pecado del orgullo de considerarme tan maravilloso que no puedo ni debo cometer errores, y que se rían de mí y quedar en ridículo ante los demás, pues todos somos ridículos y cometemos errores ante la Justicia Divina. ¡Perfecto sólo el Padre celestial!

Y besando los pies del Cristo, le pido su amoroso perdón… y mirando hacia adelante también me perdono, y perdono a los demás de todo corazón...

Y ruego al Padre de todas las Paternidades su bendita gracia y misericordia, para que también mis deudas sean perdonadas.

Me arranco la espina del odio y la venganza que hiere mi corazón y me roba la paz del alma...

Olvido mis rencores y malas voluntades… y perdono a mis agresores y deudores —a los que me la deben— con verdadero amor cristiano, de manera íntima, sinceramente y sin auto-engañarme. El Padre todo lo ve, nada se le escapa...

Y ruego a mi Madre Divina, que destruya con su fuego devorador a las verdaderas causas de mi intranquilidad.

Que reduzca a cenizas esos “sí mismos”, esos “mí mismos” o demonios del orgullo, la ira, el amor propio, la soberbia, la venganza, la envidia, el odio, la mala voluntad, etc.

¡Sean requemados y muertos! ¡Sea recuperada la Luz de las virtudes opuestas! Amén.

Benditos sean mis detractores y los que me odian y aborrecen, pues tristemente quienes buscan el odio no tienen paz en la vida, y son dignos de nuestra mayor compasión cristiana...

En la medida que perdonemos seremos perdonados… ¡Ayúdame Padre sagrado, ayúdame a perdonar! ¡Libérame de la crueldad y la venganza!

¡Ten compasión y dame la paz de la buena voluntad… la paz del corazón tranquilo!

Bendito sea el Padre celestial que nos quiere a todos, buenos y malos por igual...

Y hace salir el sol para los justos y también para nosotros, los pecadores… Que somos llamados al arrepentimiento por su Hijo, el Cristo.

¡Por piedad, Padre amoroso, rogamos que tu Hijo el Cristo sea formado en nosotros!

Así que olvido mis pasadas penas y perdono al mundo su cruel falacia...

Y mejor me refugio en el Dios que adoro, que convierte mi llanto en oro...

Bendito sea el Padre celestial y su Hijo el Cristo, y bendita sea la práctica de su triple Camino de Liberación:

“Quien quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” Amén.

Ayúdame Padre santo para servir a los demás —comenzando por mi familia— sin esperar nada a cambio…

Bendita sea la Misericordia del Padre de todas las Paternidades, que en verdad nos protege de los pensamientos, sentimientos, palabras y obras negativas...

Benditas sean las Jerarquías Divinas que sirven al Altísimo.

¡Su protección invocamos, con mucha veneración y respeto!

Bendito sea el Cristo Jesús,

IESUS, IESUS, IESUS.

IEU, IEU, IEU. [sólo vocales]

S, S, S. [sólo consonantes]

¡Que haya paz en tu Santuario Jerusalem!...

Bendita sea la buena voluntad: “¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!”

Bendito sea el amor del Cristo por los siglos de los siglos... Amén.

Que se cumpla, que se realice, que cristalice, ¡que sea, que sea, que sea!

(Padrenuestro)

Amén, Amén, Amén.


ORACIÓN DEL APÓSTOL PABLO

[Paleografiada]

—Nag Hammadi I, portada—

¡Dame tu luz, dame tu piedad!

Mi redentor, ¡sálvame!, porque soy tuyo: el que ha surgido de ti.

¡Eres mi mente; llévame!

¡Eres mi Templo de tesoros; ábrelo para mí!

¡Eres mi plenitud; condúceme a ti!

¡Eres mi descanso; dame lo perfecto inalcanzable!

Te invoco, el que Eres y que Eras, en el Nombre sobre todo nombre, por Jesucristo, el Señor de señores, el Rey de los siglos...

Dame tus dones —no te arrepentirás— a través del Hijo del hombre, y del Espíritu Santo, el defensor de la Verdad.

Dame la autoridad cuando te la pida; dame salud para mi cuerpo cuando te la pida por los Evangelistas, y salva mi eterna alma luminosa y mi espíritu.

Y el Primogénito del Espíritu o Plenitud de la gracia, ¡Revélalo a mi mente!

Concédeme lo que ningún ojo de ángel ha visto, ni oído de gobernante ha escuchado, y lo que no ha entrado en corazón humano, y que llegó a ser angelical y modelado a imagen del “Dios-Alma”, cuando fue formado en el principio, pues tengo fe y esperanza...

Y pon sobre mí a tu Amado, el Elegido, y la Grandeza bendita, el Primogénito, el Primer existente, y el maravilloso Misterio de tu Templo.

Porque tuyo es el poder y la gloria y la alabanza y la grandeza por siempre. Amén.